2014年5月1日星期四

La anciana que vivió sana hasta los 115 años acumuló 400 mutaciones en la sangre


Cuando murió en 2005, la holandesa Hendrikje van Andel-Schipper, de 115 años, era considerada la mujer más vieja de la Tierra. Y además, fue la persona de mayor edad en donar su cuerpo a la ciencia. Gracias a las muestras de Hennie –como se la conocía–, los científicos pueden indagar en los secretos de la longevidad. Ahora, han encontrado más de 400 mutaciones genéticas en la sangre de esta anciana.

Las mutaciones genéticas son cambios que alteran la secuencia de nucleótidos del ADN, y reciben el interés de la comunidad médica debido a su vínculo con enfermedades como el cáncer y el alzhéimer.

Sin embargo, estos científicos quisieron encontrar otro tipo de mutaciones: las que ocurren en individuos sin patologías. No está claro hasta qué punto las células sanas sufren cambios en el genoma y cuáles de esos cambios pueden ser tolerados durante toda la vida sin causar trastornos.

Hendrikje van Andel-Schipper durante la celebración de su 115 cumpleaños en Hoogeveen (Holanda). (Foto: Efe)

En este estudio, los científicos se han centrado en analizar células sanguíneas de la supercentenaria holandesa. La sangre humana se repone constantemente gracias a unas ‘fábricas’ que se encuentran en la médula ósea, llamadas células madre hematopoyéticas. Estas se dividen para generar los distintos tipos de células sanguíneas: glóbulos blancos (leucocitos), glóbulos rojos (eritrocitos) y plaquetas.

Pero la división celular da lugar a errores. Por eso, las células hematopoyéticas, que se dividen con mucha frecuencia, son más propensas a acumular mutaciones que las células del cerebro, que rara vez se someten a división. Por ejemplo, en pacientes con cánceres sanguíneos, como la leucemia, se han encontrado centenares de mutaciones.

Al haber encontrado tantas alteraciones en la sangre de esta saludable anciana, los investigadores creen que gran parte de las lesiones en sus leucocitos fueron inofensivas. Estas transformaciones, conocidas como mutaciones somáticas –ya que no se heredan, sino que se adquieren–  parecen ser toleradas por el cuerpo y no conducen a una enfermedad.

Al examinar la fracción de los glóbulos blancos que contenían las mutaciones, los autores hicieron un descubrimiento importante que puede estar relacionado con la longevidad humana: “Para nuestra sorpresa, nos encontramos que en el momento de la muerte, la sangre periférica se derivaba de dos únicas células madre hematopoyéticas activas”, señala la investigadora.

Según explica Holstege a Sinc, la médula ósea humana contiene unas 11.000 células madre hematopoyéticas, de las cuales 1.300 se dividen de manera activa y renuevan nuestras células sanguíneas. Pero en la sangre de van Andel-Schipper, la mayor parte de las células se derivaban de solo dos de esas células madre. “Esto sugiere que a medida que envejecemos, la reserva de células madre hematopoyéticas disminuye hasta que todas nuestras células son clones de solo unas pocas células parentales”, aclara.



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