2014年3月30日星期日

Nuevos datos de una tortuga gigante gracias a dos trozos del mismo hueso hallados en siglos distintos


El inesperado hallazgo, siglo y medio después, del fragmento de hueso que le faltaba al expuesto en un museo, ha permitido completar el húmero de una extremidad de una antigua tortuga de gran tamaño que murió hace entre 70 y 75 millones de años.

El húmero así ensamblado de un individuo de la especie Atlantochelys mortoni proporciona ahora a los científicos más información sobre esta gran tortuga marina. Tomando como punto de partida una extremidad completa, han calculado el tamaño total del animal: Unos 3 metros (10 pies) de punta a punta, lo que lo convierte en una de las tortugas marinas más grandes que se conozcan.

Los científicos creen que el hueso completo quedó originalmente incrustado en sedimentos a fines del período Cretácico. Esos sedimentos se erosionaron y el hueso se fracturó unos millones de años después, durante el Pleistoceno o el Holoceno, antes de que los fragmentos volvieran a quedar incrustados en sedimentos y protegidos de un mayor deterioro, durante quizá unos pocos miles de años más, hasta su descubrimiento.

En realidad, más asombroso que el tamaño de la tortuga es el haber encontrado, con más de 160 años de separación, las dos mitades del hueso.

Los dos fragmentos de hueso de la primitiva tortuga marina Atlantochelys mortoni encajan juntos perfectamente, dejando poco espacio a la duda sobre si proceden del mismo hueso de un mismo individuo. (Foto: Universidad Drexel)

El hueso parcial fósil que Schein llevó a la Academia había sido descubierto no mucho antes por Gregory Harpel, un químico analítico que tiene como afición la paleontología. Harpel pensó que el hueso tenía un aspecto extraño y fuera de lugar en el terraplén donde lo divisó mientras buscaba dientes fósiles de tiburón. Cuando tuvo claro que ciertamente se trataba de un hueso fósil, sin duda mucho mayor y con toda probabilidad de interés científico muy superior al de unos dientes de tiburón, lo llevó hasta los expertos del Museo Estatal de New Jersey, a quienes finalmente donó su hallazgo.

 Parris pensó también que el fósil parecía extremadamente familiar. Bromeó con Schein acerca de que quizá era la mitad faltante de una extremidad parcial de tortuga almacenada entre las colecciones de la Academia de Ciencias Naturales de la Universidad Drexel. La coincidencia era llamativa. Sin embargo, el comentario en broma resultó ser la verdad pura y dura, para asombro de los científicos.


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