En los últimos años, cada vez se reportan más casos de picaduras de alacranes. Las provincias argentinas con tasas más elevadas de notificación de accidentes son Catamarca, Tucumán, Jujuy, Santiago del Estero y Córdoba.
En Córdoba, el problema no es exclusivo de la Capital, sino que se ha extendido a otras ciudades como Cruz del Eje, San Francisco, Balnearia, Jesús María y Río Cuarto, entre otras. En respuesta a este problema, el Centro de Zoología Aplicada de la UNC provee al sistema nacional casi la totalidad de la materia prima que necesita el país para producir el antiveneno y tratar a los pacientes picados por alacranes.
Este procedimiento tiene dos variantes. La primera es que si el alacrán está muerto, se lo congela. Se toma el segmento final de la cola y se lo somete a un proceso de deshidratación (liofilizado). El povillo resultante se envía para la producción del antiveneno. Por otro lado, si el escorpión está vivo, se lo conserva y periódicamente se le realiza una extracción de veneno. Para ello, se lo coloca en un soporte especial y se le aplica una ínfima descarga eléctrica que contrae la glándula que segrega el veneno. Así se obtiene una gota de la ponzoña.
“En los últimos años, hemos provisto entre 600 y 700 escorpiones. Eso prácticamente soluciona toda la provisión de antiveneno que necesita el país”, comentó Gustavo Reati, investigador del Centro de Zoología Aplicada.
La creencia de que siempre andan de a pares es incorrecta. Son animales solitarios, pero si en una vivienda se encuentra un ejemplar es probable que haya otros más.
El veneno le sirve como defensa y para obtener su alimento (capta a su presa clavándole el aguijón que lleva en la punta de la cola).
Los alacranes están presentes en cualquier tipo de vivienda: en barrios humildes, en countrys y en edificios en altura.
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